El cáncer no golpea de igual forma en todo el mundo, y Chile es un ejemplo de ello. Mientras que a nivel global los más frecuentes son el de mama y pulmón, con más de 2,2 millones de casos nuevos cada uno, en nuestro país el panorama es distinto. De los 60 mil casos registrados en 2022, los tumores gástricos y de vesícula biliar son los que encabezan la lista. En la Región de O’Higgins se concentra la mayor tasa de cáncer de próstata a nivel nacional. Estos datos no solo se grafican en la mortalidad, sino también en el costo económico: en 2016, el gasto asociado al cáncer superó los 2.100 millones de dólares, casi el 1% del PIB.
Para mejorar su diagnóstico y tratamiento es necesario caracterizar, con datos locales, los tumores más prevalentes a nivel molecular. Sin esta información, muchos pacientes reciben esquemas estandarizados, como quimioterapia, radioterapia o inmunoterapia, y que no siempre son los más adecuados. Por otro lado, las terapias dirigidas y fármacos de alto costo tienen un acceso limitado y, cuando se usan, la evidencia sobre sus beneficios no es insuficiente.
La región está dando pasos importantes en este camino, con la creación del Centro de BioIngeniería (CUBI) que busca implementar la medicina genómica en Chile, enfocada en el cáncer e integrando tres líneas: tecnológicas genómicas, imagenología e IA, y modelos preclínicos, junto a un biorrepositorio local de tumores. Estas herramientas permitirán estudiar la biología de esta enfermedad en nuestra población, y generar conocimiento para tratamientos y prevención personalizada.
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