¿Qué humanidad queremos ser? Esta fue la pregunta central de la 14ª versión de Congreso Futuro, recientemente celebrado en nuestro país. En tiempos convulsos, cuando parece imposible imaginar un mañana prometedor, diversas instituciones se reúnen para tender puentes entre ciencia, tecnología e inquietudes ciudadanas, abriendo espacios para soñar y proyectarnos hacia el futuro. Durante años, este ejercicio ha sido un valioso refugio de reflexión que ha articulado conversaciones a nivel nacional; sin embargo, este año resultó especialmente difícil, ya que la mirada hacia el futuro se ve ensombrecida por tendencias que emanan de un norte sombrío. Nos comenzamos a acostumbrar al deterioro evidente de las instituciones globales, a una profunda crisis de la democracia, al avance imparable del totalitarismo y del fascismo, y, lo más dramático, al dramático retroceso en el respeto a los derechos humanos.
La manipulación de la información parece estar detrás de muchos de estos problemas. Hoy, los intereses económicos de gigantes tecnológicos se acoplan a caudillos sin escrúpulos, dispuestos a todo por su propio beneficio, dejando en entredicho el bien común, los relatos que nos unen -como los derechos humanos, el respeto multilateral o los esfuerzos de cooperación internacional- y nuestras posibilidades de coordinarnos para enfrentar desafíos globales.
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